Ya sea agradable o desagradable, nuestro entorno deja una huella en nuestro estado mental y físico.
Lo que experimentamos a través de nuestros sentidos tiene consecuencias para los sistemas de nuestro cuerpo que controlan no solo el estado de ánimo sino también nuestra respiración, pensamiento, sentimiento, movimiento, hormonas, metabolismo y nuestra resistencia a las enfermedades.
Generalmente nos inclinamos a ubicarnos en o cerca de entornos naturales cuando nos sentimos estresados: reconocemos que los elementos naturales tienen una influencia restauradora en nuestro completo bienestar y nos ayudan a resolver nuestras dolencias físicas y mentales.
El uso de flores aromáticas, maderas, plantas y resinas comenzó hace siglos en la época de los neandertales, quienes enterraban a sus muertos junto con hierbas y flores aromáticas.
Los antiguos egipcios, romanos y árabes usaban aromas en la purificación del aire, el cuidado de la piel, en el proceso de embalsamamiento para honrar a sus difuntos y en la curación de heridas.
Se creía que los aceites esenciales eran más valiosos incluso que el oro, lo que motivó a los ladrones de tumbas a robar frascos de ellos de la tumba del rey Tutankamón. Otras culturas usaban flores aromáticas en sus perfumes, antibióticos, antisépticos y en su culto religioso usaban guirnaldas de flores para colocar alrededor del cuello de sus ídolos.
Fue en el siglo XX, cuando se utilizaron por primera vez los aceites esenciales en la práctica terapéutica. El fundador de esta práctica fue Rene Maurice Gattefosse, un perfumista y químico francés, quien accidentalmente descubrió que cuando aplicaba aceite de Lavanda en una quemadura en su mano el proceso de curación era extraordinariamente rápido.
Observó que el aceite esencial era un compuesto tanto aromático como terapéutico y lo llamó aromaterapia.
Los aromaterapeutas holísticos practican la perfumería terapéutica para la cual combinan aceites específicos en mezclas únicas para crear recetas individuales que tratan las condiciones de la mente, el cuerpo y el espíritu en conjunto.
Cabe señalar que la aromaterapia no tiene por qué limitarse al uso tópico; aunque tiene sus aplicaciones en perfumería, sus aplicaciones medicinales se pueden emplear en varios procedimientos.
ACEITES ESENCIALES DE AROMATERAPIA
Hay 3 formas en que los aceites esenciales ingresan al cuerpo: absorción dérmica, ingestión oral e inhalación. No se recomienda el método de ingestión a menos que sea recetado y supervisado por un médico cualificado.
ABSORCIÓN DÉRMICA: se absorberá una mayor cantidad de un aceite esencial si es un aceite menos viscoso, si los poros del usuario no están obstruidos y si el aceite cubre más área de la piel. También hay partes del cuerpo con piel más fina (detrás de las orejas, interior de las muñecas, palmas de las manos, plantas de los pies, axilas, cuero cabelludo). A través de ellas los aceites esenciales se absorben más rápidamente en comparación con otras áreas de piel más gruesas (brazos, piernas, vientre, espalda).
INGESTIÓN ORAL: los estudios han demostrado que la forma menos efectiva de absorber un aceite esencial es a través de la ingestión. Tomado de esta manera, el aceite termina pasando por un proceso de ingesta más lento a través del tracto digestivo donde debe pasar a través de varios órganos grandes antes de llegar al torrente sanguíneo. En ese momento, la composición química del aceite habrá sido alterada por cualquier otro material que haya pasado por estos órganos antes de ser expulsado del cuerpo.
INHALACIÓN: con la ayuda de un difusor de aromas se extienden las moléculas del aceite esencial a lo largo de toda la estancia. Además, también se puede incorporar unas pocas gotas a la almohada, paño y respirar o incluso realizar vahos para despejar las vías aéreas.